30 de abril: Antonio Albanese y Virginia Raffaele protagonistas de Bienvenidos a la Montaña
Antonio Albanese encarna a un profesor hastiado después de más de tres décadas en las aulas de Roma. Por fin logra su deseado traslado que le lleva a Rupe, un pequeño pueblo de los Abruzos donde solo viven 364 almas. Aquí Milani nos sumerge en un escenario pintoresco pero lleno de crudeza: montañas nevadas, lobos merodeando y un frío que desafía incluso al más resistente. En este rincón olvidado, Cortese se enfrenta a enseñar a siete niños de diferentes edades, todos reunidos en una misma aula. Pero, contra todo pronóstico, será él quien termine aprendiendo las lecciones más valiosas de la vida.
Puede parecer una historia contada miles de veces en clásicos del género como La Clase (Entre les murs), pero Milani le da un giro interesante. No se trata solo de un profesor intentando transmitir conocimiento, sino de un hombre que descubre la sabiduría oculta en la inocencia infantil. Los pequeños de Rupe no necesitan libros para entender la naturaleza: conocen el canto de los pájaros, la historia de su tierra y hasta la figura de Jurico, un poeta local que ha inspirtado a generaciones de habitantes.
La película se convierte así en un homenaje a la vida rural, mostrando la lucha de una comunidad por evitar que su escuela—y con ella, su futuro—desaparezca. Hay críticas veladas a aquellos que solo visitan estos pueblos los fines de semana, sin comprender su realidad, y también se abordan temas como la diversidad de género y la gran riqueza lingüística y cultural. Pero, sobre todo, brilla al retratar la fuerza de los lazos de la comunidad. Gran parte de los habitantes que intervienen son habitantes de la zona, lo que le da a la película un gran realismo.
No termina de convencer, la historia romántica entre Albanese y Raffaele, en ocasiones un tanto forzada. Sin embargo, esto no empaña el encanto general de una historia bien contada, con momentos emotivos y un mensaje esperanzador. Milani nos proporciona una reflexión sobre la dureza y convivencia de la vida rural, y un paisaje que casi se convierte en un protagonista más.
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